• El biotecnólogo y genetista del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), Lluís Montoliu, reclama una ciencia con ética e integridad.

Este jueves 8 de octubre, el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados – IMEDEA (CSIC-UIB) ha organizado el webinar ‘El Comité de Ética del CSIC’, impartido por Lluís Montoliu, biotecnólogo y genetista del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), en el marco de sus seminarios interdisciplinarios mensuales. Montoliu es también Presidente del Comité de Ética del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y está comprometido con la ética en la investigación y la formación en integridad científica de todos los investigadores. El webinar se puede ver en Youtube.

La sesión ha comenzado con la presentación de Ananda Pascual, investigadora del IMEDEA (CSIC-UIB) experta en oceanografía física y miembro del Comité de Ética del CSIC que preside Montoliu. Este comité es un órgano consultivo asesor de la Presidencia y del Consejo Rector del CSIC, con la misión de velar por la integridad científica y la ética en la investigación. Se encarga de evaluar los aspectos éticos y/o de bioseguridad presentes en cualquier proyecto de investigación que se desarrolle en la institución, como la participación de seres humanos en investigación, experimentación con animales, uso de organismos modificados genéticamente o uso de agentes biológicos de riesgo, entre otros temas.

El Comité también emite informes y formula recomendaciones sobre los principios éticos y deontológicos relativos a la actividad investigadora. “Ética quiere decir seguridad, privacidad, respeto, bienestar y entorno. No hay proyecto que pueda empezar sin la correspondiente aprobación y debemos asegurarnos de que cumplimos con las normas, tanto para los humanos, como para los animales, las plantas y el medio ambiente, maximizando beneficios y reduciendo riesgos”, ha señalado Montoliu.

Durante su intervención, el científico también ha llamado la atención acerca de la necesidad de que todos los investigadores, y especialmente los estudiantes de doctorado que no tienen por qué tener experiencia previa en investigación, reciban formación en materia de integridad. “Este es el gran elefante en la habitación que nadie quiere ver”, ha recalcado Montoliu. “Estamos hablando de honestidad, responsabilidad y justicia para no malgastar recursos, poner en peligro la financiación pública o privada, o incluso poner en riesgo la vida de las personas. La integridad salvaguarda la función misma de la ciencia y genera confianza en la opinión pública respecto a los investigadores y sus investigaciones”, según Montoliu. El científico también ha recordado que esta integridad tiene que ver con la calidad y la reproducibilidad de los resultados.

Para asegurar una ciencia con ética e integridad, Montoliu ha destacado la necesidad de contar con códigos de buenas prácticas. En el CSIC, desde 2010 existe un Código de Buenas Prácticas Científicas que actualmente está siendo actualizado por el Comité y se espera lanzar antes de final de año. Este código pretende prevenir las falsificaciones de datos para que se ajusten a las hipótesis, la fabricación de datos, el plagio o autoplagio, o la exageración en la interpretación de los datos. Un ejemplo de exageración lo hemos visto en los últimos meses con algunos medicamentos propuestos para el tratamiento de la COVID-19, según el científico. Estas conductas inadecuadas son más frecuentes de lo que podría parecer, teniendo en cuenta que 3 de cada 4 personas han observado prácticas cuestionables en otros colegas al menos una vez en su carrera, o que 1 de cada 3 personas admite que ha realizado prácticas cuestionables (desde eliminar un dato en una estadística, hasta cambiar una imagen o plagiar un resumen para otro congreso) al menos una vez en su carrera; según ha explicado Montoliu tomando como referencia un estudio internacional de 2009.

Para evitar que estas conductas lleguen a producirse la clave está en el propio laboratorio, según el científico: “los supervisores de laboratorios deben hacer una labor de transmitir a sus estudiantes la necesidad de la calidad, la reproducibilidad y la integridad de sus investigaciones para que entiendan lo importante que es para la credibilidad de sus experimentos no menoscabar los códigos de buenas prácticas”.

Además, Montoliu también ha recalcado la importancia de declarar los conflictos de interés, es decir, todo aquello que pueda comprometer nuestro juicio objetivo, para que puedan gestionarse adecuadamente. “Por ejemplo, si trabajo con una farmacéutica y estoy desarrollando un compuesto anticancerígeno lo primero que tengo que indicar es que la investigación está financiada por esta industria, para que el público tenga toda la información y evitar poner en conflicto la confianza del público”, ha explicado. Por ello, el Comité de Ética del CSIC trata todos los conflictos éticos derivados de la posible vulneración del Código de Buenas Prácticas Científicas del CSIC. “Esto no es algo que sea optativo, sino que es algo obligatorio”, ha destacado el científico.

Finalmente, Montoliu ha recordado que las conductas contrarias a la ética y la integridad tienen consecuencias y que para ello se necesitan comités de ética, que estudien los límites a la hora de tomar consecuencias en función de cada caso. Pero, sobre todo, “hay que ser buenas personas y eso nos llevará a ser buenos investigadores”, ha concluido.

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